Tras 30 años, El Salvador enfrenta un nuevo brote del gusano barrenador, una plaga que en los 90 requirió una costosa erradicación con apoyo internacional y técnicas como la esterilización de moscas.
A diferencia de la mosca común, este insecto, de mayor tamaño, tono azul verdoso y larvas que infestan tejidos vivos, amenaza a ganado, mascotas e incluso humanos, ya que sus heridas no tratadas pueden causar infecciones mortales.
Los expertos atribuyen su rápida propagación al aumento de temperaturas, advirtiendo que, sin control, reduciría la producción de carne y mataría miles de animales, como ya ocurre en focos nacionales.