Las catedrales más grandes del mundo destacan no solo por su tamaño, sino también por su relevancia histórica y arquitectónica. La Catedral de San Pedro en el Vaticano, con su gigantesca cúpula, y la Catedral de Sevilla en España, con su altísimo campanario, son ejemplos notables. Estas estructuras imponentes reflejan la habilidad técnica y el esfuerzo artístico de sus épocas, además de servir como centros espirituales y culturales para millones de personas.