Es parte de la tarea diaria, así transcurren varias horas de Juan Miranda, este hombre que recorre decenas de calles en la Hacienda Mapilapa de Nejapa, San Salvador, lo hace con una carretilla repleta de bebidas que el mismo prepara al iniciar el día, no camina solo, siempre lo acompaña su hijo menor a quien llama el regalo de dios, la razón principal de rebuscarse vendiendo refrescos desde que la pandemia del covid 19 lo dejo sin trabajo.
Tal como lo relata, Juan trabajaba en una empresa constructora pero por la falta de proyectos lo despidieron, dice que se quedó sin nada de dinero pero si con muchas responsabilidades, su abuela al verlo preocupado le sugirió que por los menos vendiera frescos y le hizo caso, tras romper el hielo y vio que la pequeña venta le generaba dinero decidió seguir emprendiendo y a pesar que no tenía conocimientos en la cocina comenzó a preparar platillos típicos todas las tardes.
Así que luego de vender sus famosos frescos regresa a su vivienda para preparar la venta de las próximas horas, este día el menú es papitas fritas, elotes locos, yuca con pepescas, canoas y empanadas.
Juan Miranda, entregándose de lleno a esta actividad que en la Hacienda Mapilapa de Nejapa le está permitiendo salir adelante, ya tiene clientes, personas de toda edad que sabe que a eso de las 2 de la tarde aquí hay deliciosos platillos a precios accesibles.
Un pequeño negocio que ha comenzado para cumplir grandes sueños, uno de ellos contar con un local donde se venda todo tipo de típicos, Juan ya analizo que la venta es favorable, dice que aunque todo parece sencillo ha tenido que leer mucho para que todo lo que prepare pueda llevar un toque diferente, sin duda un hombre ejemplar a quien se le cerró una puerta pero decidió luchar por abrir otra, teniendo como base el cumplimiento de sus responsabilidades como cabeza de hogar.