Oran Knowlson, de 13 años, padecía de ataques epilépticos graves e incluso necesitaba reanimación con frecuencia debido a las convulsiones. El adolescente fue el primero del Reino Unido en recibir un implante cerebral para tratar la epilepsia, entregando resultados prometedores: sus convulsiones diurnas han reducido en un 80%.