En un mundo donde 783 millones de personas padecen de hambre y un tercio de la humanidad con inseguridad alimentaria, se desperdicia al día, más de 1,000 millones de platos de comida, de los cuales 127 millones en Latinoamérica, así lo revela un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
En el país, los desperdicios más comunes son: lechuga, tomates, repollo, arroz y maíz, según informes de la oficina de planificación del área metropolitana de San Salvador y la unidad de desechos sólidos de la alcaldía de San Salvador, gran porcentaje de los desechos son orgánicos, evidenciado que la problemática en El Salvador es evidente, aunque no existen datos oficiales puntuales al respecto.
En 2022, se generaron 1,050 millones de toneladas de desperdicios alimentarios, de estos, el 60% se desechó desde los hogares, un 28% por parte de proveedores y un 12% del comercio minorista, esta poca optimización en la redirección del aprovechamiento de estos alimentos, también tiene un impacto negativo en el medio ambiente, se estima que la perdida y el desperdicio de alimentos generan entre el 8% y 10% de emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, es 5 veces más que lo generado por industrias como la aviación.
Esto no para ahí, también representa perdidas en la economía mundial de un aproximado de un billón de dólares, algunos pases ya son conscientes de la problemática global, como Japón y Reino Unido que han logrado reducciones de desperdicios alimentarios de 31% y 18% respectivamente, esto gracia a políticas y alianzas a largo plazo, mientras que otros países como Australia, Estados Unidos, Arabia Saudita, Canadá y Brasil, ya pusieron sobre la mesa esta problemática, y ya disponen de estimaciones y seguimientos de desperdicios para los próximos años.
En cuanto a los objetivos de desarrollo sostenible, las estimaciones es que para 2030, la humanidad disminuya a la mitad los desperdicios alimentarios, para esto el llamado que hace la ONU a los países es que inicien acciones como la medición de los desperdicios, cuantificando los alimentarios, para comprender la magnitud del problema en cada país.