El Síndrome del Cabello Impeinable hace que sus folículos crecieran con forma de corazón, en lugar de redondos u ovalados como es costumbre.
Lyla Grace Barlow es una niña de 9 años que toda su vida ha sufrido con su pelo. Esta menor de Derby, Inglaterra, nació con una dificultad añadida en su cabellera, denominado Síndrome del Cabello Impeinable, aunque ahora ha mejorado.
Esto hacía que su pelo fuera prácticamente incontrolable a causa de sus folículos que crecían con forma de corazón, en lugar de redondos u ovalados como es costumbre. Todas las mañanas eran llantos y tirones para intentar desenredar el pelo, algo que podía ser frecuente en cualquier niño o niña de pelo largo, pero Alex y Mark, sus padres, se dieron cuenta de que a la alocada melena le pasaba algo más.
«El pelo de Lyla empezó a crecer y parecía una pelusa. La gente decía que solo era pelo de bebé, pero el de su hermana, 20 meses mayor que ella, no era igual, así que sabía que no era normal», dijo la madre al diario británico Mirror.
«Era como una pelusa, como hilo dental de caramelo. Creció bastante rápido, pero fue corto hasta que tuvo 4 años. Después empezó a crecer en rastas y fue muy difícil de peinar», añadió. «Usamos muchos productos para intentar pasar el peine, pero nada funcionó».
La pequeña Lyla estuvo muchas veces enferma de pequeña y acudió al hospital en varias ocasiones. En esos momentos, los médicos aprovechaban para mirarle incrédulos la melena intentando averiguar qué le sucedía, y pensaron que podía ser alguna deficiencia vitamínica. Pero finalmente, durante un ingreso por fiebre a los 5 años, le diagnosticaron oficialmente el Síndrome de Cabello Impeinable.
Sin embargo, a pesar del dolor que le suponía peinarse, ella siempre abrazó con felicidad su encrespamiento y, de hecho, es muy conocida por ello en el colegio. «Todos los niños mayores le piden poder tocarlo, así que ha tenido suerte», señaló su madre Alex.
Afortunadamente, el cabello de la niña, aunque sigue teniendo los mismos folículos, ahora ha mejorado y es mucho más domable. A sus 9 años, por fin sabe qué es hacerse diferentes peinados, trenzas o no sentir dolor al pasarse el cepillo.
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