La convulsión social de la década de los 70 y el conflicto armado en los 80 obligó a que muchos salvadoreños a migraran del campo a la ciudad, o sus afueras, algunos huyendo de los crímenes de la guerrilla o de las fuerzas del estado, dejando sus hogares, tierras, animales e incluso familiares por el temor a ser víctimas de asesinatos por ambos bandos.
Ese éxodo llevó a la capital, San Salvador a convertirse en un refugio, pero sin dinero y sin otro tipo de oportunidad más que la de empezar una nueva vida llevó a que las personas ocuparan predios baldíos y en muchos casos a la orilla de la vía férrea que atravesaba espacios en los que se podían improvisar una champa para refugiarse del clima y sobre todo de la guerra.
Con el paso de los años se convirtieron en comunidades y con el desuso del tren surgieron nuevos asentamientos, uno de ellos ubicado en la avenida Peralta en San Salvador, donde aún se pueden apreciar los vestigios de durmientes sobre los que un día pasó el tren, a lo largo de este tramo hay un sinfín de casas que se han construido.
Reina Maribel cuenta su historia de vida cuando llegó a este lugar afirma que tenía ocho años, ella fue desplazada del conflicto armado, nació en Chirilagua, San Miguel, pero su vida se desarrolló junto a las vías del tren.
Con las manos vacías viviendo en pobreza, su hogar como el de otros eran fabricados de cartón y plástico ya que no había para más, pero reina recuerda cuando el tren todavía circulaba por esa zona.
Cuando llegaron a El Salvador las nuevas locomotoras un suceso que significaba desarrollo para el país, desembarcaron en el puerto de Acajutla, las traían desarmadas para su traslado ya que estaban hechas acero, según Fenadesal, la administradora de los Ferrocarriles de El Salvador cuenta con 554.8 kilómetros de línea férrea cruzando casi todo el territorio.
En la actualidad son un sinfín de viviendas que se han construido en toda la línea férrea, prácticamente la gran mayoría de los tramos se han perdido en la urbe.
En Ciudad Delgado, San Salvador, Eusebio dice que vino a parar a la línea del tren porque en Tejutepeque, Cabañas, la guardia lo querían matar pues lo vinculaban a las filas de la guerrilla.
Eusebio es uno de los pioneros de la fundación de la comunidad Alegría, recuerda que cuando el tren pasaba por aquí muchas personas fallecieron debido a que eran atropelladas.
El ferrocarril cesó operaciones, los caminos que una vez conectaron con la industria de El Salvador quedaron en el olvido, ahora los vestigios de los trazos de las vías alojan a cientos de familias que por la guerra, la pobreza y la poca facilidad de poder obtener una vivienda digna los obligó a ser parte de la historia de tren.