Más de 690 millones de personas en el mundo sufrieron de hambre durante 2022, así lo revela el estudio sobre inseguridad alimentaria y nutrición de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.
En el informe, la FAO establece que un aproximado del 9.2% de la población mundial, tuvo dificultades para alimentarse; una cifra que es alta si se compara con el 2019, antes de la pandemia del coronavirus, cuando el 7.9% de las personas en el mundo sufrían de inseguridad alimentaria.
Aunque la recuperación económica después de la pandemia contribuyó a frenar un poco la creciente crisis alimentaria; se calcula que 2,400 millones de personas en el mundo sufren de hambre grave en 2022, afectando al 33.3% de personas que viven en zonas rurales, frente al 26% que viven en zonas urbanas.
El incremento de los precios de los alimentos provocó que la población perdiera poder adquisitivo para la compra de la comida, sobre todo las personas de escasos recursos económicos.
En 2021, el costo medio de una dieta saludable era de 4.08 dólares en América Latina, pero en 2022 el precio aumentó hasta un 5% en el continente y un 6.7% en el mundo; provocando que 3,200 millones de personas no pudieran permitirse una alimentación adecuada.
Si hablamos de grupos sociales que se ven mayormente afectados por una mala nutrición en el mundo, la FAO estima que en 2022 148.1 millones de niños y niñas menores de cinco años padecía de enfermedades asociadas a una mala alimentación, como retraso del crecimiento, delgadez extrema y sobrepeso.
Las proyecciones de la FAO estiman que 600 millones de personas padecerán hambre en 2030; poniendo en riesgo los objetivos de desarrollo sostenible de alcanzar el hambre cero en el mundo para ese año.