El río Bravo se ha convertido en la tumba de decenas de migrantes, es uno de obstáculos más peligrosos y mortales para quienes tratan de cruzar desde México a Estados Unidos.
Algunos creen que el río no es profundo, porque hay puntos en los que alcanza los dos metros, pero en cuanto más se avanza hay puntos que tiene hasta 9 metros de profundidad, por lo que muchos han fallecido intentando nadar tras sus sueños.
Pero eso no es todo, en el río Grande también pueden ser sorprendidos por animales peligros, incluyendo cocodrilos.
El valle del río Grande tiene 277 millas y son 115 agentes de la patrulla fronteriza los que lo monitorean las 24 horas del día, junto al camarógrafo Juan Castellanos acompañamos a los agentes en uno de los recorridos.
En este sector de Mission, Texas, cruzan muchos migrantes desde Reinosa, Tamaulipas, México, algunas personas van solas, otras son familias completas, algunos tratan de ocultarse de los agentes de la patrulla fronteriza, otros prefieren entregarse para solicitar ayuda.
Para cruzar el río Bravo, muchos utilizan, flotadores, chalecos salvavidas o balsas inflables, al llegar al otro extremo dejan parte de las pertenencias que se mojaron cuando ingresaron al agua, aquí queda evidencia de los cientos de niños que han sido expuestos a los peligros de este caudal.
En este lugar boscoso y lleno de espinas, también se observan brazaletes de distintos colores que son desechados por los migrantes, según los agentes de la patrulla fronteriza, esas pulseras representan a qué grupo le cancelaron por ayudarlos a pasar hasta el río.
Para muchos migrantes cruzar el río Bravo se convierte en una victoria, sin embargo, cuando salen del caudal, están más cansados, débiles o deshidratados y aún les falta caminar varios kilómetros, aproximadamente por una hora, donde se toparán con el muro que bloquea su anhelo de cruzar al país norteamericano.