Entre vehículos y motocicletas aparecen en cuestión de minutos, uno de ellos es Roberto Monzón, pedalea desde San Sebastián Salitrillo buscando llegar a Santa Ana pero ya no pudo más, tenía que detenerse para hidratarse, dice que viajar en bicicleta no es fácil a su edad, tiene 57 años y esta pasadito de peso pero ni modo, asegura que no le queda de otra ante la falta de transporte colectivo.
Como este señor en la actualidad son cientos de salvadoreños los que a diario tienen que desafiar varios kilómetros sobre asfalto para llegar a sus trabajos, parece una batalla que por momentos los vence, hay tramos difíciles donde las piernas ya no responden y toca bajarse, este punto es el más complicado de la travesía de don Isabel, a sus 61 años de edad le toca viajar hasta la zona de Candelaria de La Frontera, más de 20 km en bicicleta dice que no es fácil pero ni modo, no queda de otra.
Es el panorama en carreteras de todo el país, hombres y hasta mujeres que han tenido que recurrir a este medio porque sus empresas les exigen puntualidad a pesar que la circulación de autobuses sigue paralizada, parecen piruetas sobre dos ruedas pero no, este joven se protege del sol y aprovecha para descansar los brazos, lo detuvimos unos minutos y nos contó que la semana pasada compro esta bicicleta obligado por la necesidad de conservar su empleo.
Los riesgos en la calle son muchos por eso este señor decidió utilizar un chaleco reflectivo, un día de estos recuerda que un automovilista lo asusto, dice que no quisiera salir de casa pero su familia necesita comer.
Algunos confiesan que una motocicleta en estos días les fuera de gran utilidad pero aseguran que sus ingresos no les permiten obtenerla y como deben ser responsables en sus puestos de trabajo les toca viajar así.