El pontífice renovó un llamado a su regulación mundial para aprovecharla para el bien común. Aunque instó a la gente a dejar de lado temporalmente las predicciones catastróficas, advirtió de la contaminación cognitiva que puede distorsionar la realidad, promover falsas narrativas y aprisionar a la gente en cámaras de eco ideológico.
Agregó que la tecnología de la simulación que hay detrás de estos programas puede ser útil en algunos campos específicos, pero se vuelve perversa cuando distorsionar la relación con los demás.