El Salvador es susceptible a los fenómenos naturales, sin importar si es época lluviosa o temporada seca, nuestro país enfrenta sismos, temporadas de incendios, inundaciones, actividad volcánica, derrumbes, desbordamientos, sequias y plagas, en medio de este tipo de vulnerabilidad territorial se encuentra con un factor que agudiza en los últimos años el impacto a las comunidades como lo es el cambio climático.
La población dice no estar preparada ante los efectos de fenómenos naturales comunes en el país.
Según Magdalena Cortez, miembro de la mesa permanente para la gestión de riesgo de El Salvador, el país necesita observar con mayor detenimiento lo que se denomina cultura de prevención de riesgos.
- Gestión prospectiva, planificación y ordenamiento territorial: que permite identificar los riesgos en las diferentes regiones.
- Gestión reactiva: aquí el estado junto con las comunidades afectadas pueden observar los posibles escenarios, saber con qué recursos locales se cuentan para determinadas poblaciones para dar la respuesta más atinada.
- Gestión correctiva: que implica las acciones para mitigar el desastre ocasionado por cualquier fenómeno para procurar la vuelta a la normalidad.
Para miembros de las organizaciones que apoyan a las comunidades más vulnerables, un factor clave es informar y planificar a las comunidades principalmente a aquellas con antecedentes de fenómenos naturales.
Actualmente el país cuenta con una ley para la prevención y mitigación de desastres, producto de fenómenos naturales como las inundaciones durante la tormenta Julia, la actividad volcánica del Chaparrastique y la actividad sísmica en San Lorenzo y Ahuachapán en enero 2023.