Mulino, un abogado y exministro de seguridad de 65 años, tenía previsto como uno de los primeros actos de su gobierno la suscripción de un memorándum de entendimiento con Estados Unidos con el fin de iniciar el cierre de la frontera a la migración desde Sudamérica que se dirige al país norteamericano.
El nuevo líder panameño considera que ese flujo migratorio, que lleva más de una década pero que se ha disparado en los últimos años, es una crisis humanitaria “intolerable” que impacta el medioambiente y la economía de panamá y genera graves violaciones a los derechos humanos de los que migran, muchos de ellos mujeres y niños.