La sal es un nutriente importante, pero su consumo debe ser limitado en la dieta de los bebés debido a su impacto en la salud renal, el riesgo de deshidratación y el desarrollo del gusto. Retrasar la introducción de sal en la dieta de un bebé hasta al menos los 4 meses de edad es una práctica recomendada por expertos en salud infantil para garantizar un crecimiento y desarrollo saludables.