Lavarlas con agua fría reduce el desgaste de las telas y ahorra energía. Evita el uso excesivo de secadoras, que deterioran las fibras, y considera secarlas al aire libre. Optar por detergentes caseros o alternativas naturales, como vinagre o bicarbonato de sodio, no solo es más económico, sino también más ecológico. Almacenar la ropa en lugares frescos y sin apretujarlas también ayuda a conservar su forma y color. Con estos pequeños ajustes, puedes cuidar tu ropa y tu bolsillo al mismo tiempo.