La mortalidad materna entre la población más pobre de América Latina y el Caribe es 7 veces mayor a la de los más ricos de la región, lo mismo sucede con los niños menores de 5 años y de bajos recursos económicos, quienes tienen cerca de 5 veces más riesgo de morir en comparación con los que se encuentran mejor acomodados.
Los pobres también tienen un 46% de probabilidades de morir entre los 30 a 69 años a raíz de las enfermedades crónicas, y son seis veces más propensos a fallecer por saneamiento deficiente, insalubridad o falta de higiene a diferencia de quienes cuentan con los recursos para costear estos servicios.
Las estadísticas de 2022 reflejan que un 9.3% de la población de 15 países en América Latina y el Caribe tenían necesidades de salud insatisfechas, es decir, unos 295 millones de personas. En El Salvador esto no fue la excepción, ya que un 100% de ciudadanos consideran que los servicios de salud son inaceptables.
La Cepal y la OPS revelan que, en 2021, un 61% del gasto en salud en la región fue financiado con fondos públicos; lo que implica que un 28% de personas tuvieron que costearlos con pagos directos de su propio dinero; mientras que en 11 países el gasto fue superior al 35%.
Los factores económicos, socioculturales y organizacionales de los sistemas de salud, han sido parte de las barreras por las que las personas deciden no hacer uso de los servicios sanitarios.
Un 13.1% de la población en la región afirma que la falta de recursos, medicamentos e infraestructura, han sido motivos suficientes para no buscar atención médica, otro 8.3% dice que los largos tiempos de espera y papeleo excesivo han sido otra de las causas, un 6.3% más dice no sentir confianza en el personal de salud y el 3.7% menciona que las barreras geográficas son impedimentos para acceder a la salud pública.