Comienza limpiando tu rostro y aplicando un aceite o crema hidratante. Con movimientos suaves y ascendentes, masajea desde el centro del rostro hacia las sienes, prestando especial atención a las áreas de tensión como la frente y las mandíbulas. Dedica entre 5 y 10 minutos para un efecto revitalizante. Este ritual no solo embellece, sino que también alivia el estrés diario.