Y al mismo tiempo la privatiza, dependiendo únicamente de patrocinadores externos, quienes podrían tener mayor influencia en las decisiones, convirtiendo la gestión pública en intereses personales o empresariales.
Además, que esto podría dar paso a un sistema de partido hegemónico o dominante, también los políticos se verán más tentados a acceder a fuentes de financiamiento ilícitas.