No se vaya a confundir como yo lo hice cuando lo vi por primera vez, pensé que se trataba de un competidor, pero ese pensamiento cambio cuando escuche que grito “dulces, le llevo deliciosos dulces”, me atreví a detenerlo, comenzamos a platicar y fue así como conocí una gran historia.
Su nombre es Jorge Villalta, tiene 26 años de edad y el sonido de sus patines ya es conocido por muchos en varias colonias de Santa Ana, ciudad que lo vio nacer y que recorre a diario para ganarse la vida ofreciendo dulces y otros productos artesanales a bordo de 6 ruedas, pero que hace este joven vendiendo de esta manera tan arriesgada, la pregunta de varios sin duda, Jorge tuvo que ingeniárselas para salir adelante, las ventas se pusieron malas y el ingenio en casos como este marca la diferencia.
Lo que gana con la venta de dulces le permite solventar gastos diarios, pero hay una prioridad que lo tiene luchando de esta manera, quiere ser profesional, de la venta sobre patines también paga sus estudios de ingeniería mecatrónica esfuerzo que lo convierte en una persona admirable.
Jorge siempre esta sonriente, optimista, lleno de esperanza, pero confiesa que hay días malos y lo peor es que en ocasiones lo irrespetan automovilistas e incluso motociclistas a pesar que siempre se moviliza con gran responsabilidad, sin embargo, dice que hay que seguir, seguir para llegar a la meta que el mismo se ha trazado.
Como el nadie en la zona, es el único que vende dulces casi en todo el municipio recorriendo decenas de kilómetros en patines, tremendo esfuerzo, pero sabe que al final todo valdrá la pena por eso les ha prometido a los suyos que no se detendrá hasta que pueda decir misión cumplida y eso será cuando logre obtener su título de ingeniero mecatrónico.