El ateo niega la existencia de cualquier Dios, rechaza la religión y no cree en lo espiritual, muchos señalan que no hay suficiente evidencia para probar la existencia de un ser supremo o la de todo lo relacionado con el ámbito espiritual.
José María Garay, ingeniero civil de profesión, creció en una familia católica apegada a la religión y a las tradiciones que los caracteriza.
Garay es una de las decenas de personas en El Salvador que se han unido en los últimos años a las estadísticas de no creyentes, población que define actualmente su identidad religiosa como atea, agnóstica o ninguna en particular, pero que lo tomo llevar esta decisión.
Un día tras una conversación de mente abierta y un previo análisis de los escenarios que podría causar el ser ateo, José María por fin decide contarle a su familia la decisión tomada.
Para quienes dirigen y cuidan una congregación de creyentes en el país, a estas personas se les respeta la decisión y hacen un análisis del porque se inclinan en dejar de creer.
En El Salvador y en el mundo denominarse ateo es por hoy un tema que sigue siendo tabú dentro de las sociedades conservadoras como la salvadoreña, pero para no discriminar a estas personas es necesario un cambio cultural que deje de lado los estereotipos religiosos que la sociedad impone.