Son armas de fuego que son llevadas a depósitos gigantes para después ser trituradas y fundidas en metal a grandes temperaturas.
Muchas de estas armas alguna vez fueron olvidadas, nunca registradas o se utilizaron para algún hecho delictivo.
Más de 1,400 armas entre estas 913 cortas, 467 armas largas y 51 armas artesanales terminaron siendo recicladas para la construcción de otro metal que tenga un uso totalmente diferente a su origen.
Las instituciones como el Ministerio de Defensa, Fiscalía General de la República, la división de explosivos de la PNC y la organización estadounidense Halo Trust se apegaron a la Constitución salvadoreña donde se establece la destrucción del arsenal, estos debieron estar fuera del marco legal y ley de control y regulación de armas, municiones, explosivos y artículos similares.
El propósito de las autoridades de seguridad es detener el uso ilegal de armas de fuego y así evitar que se cometan hechos delictivos.